Escritor creando su primer concurso

El primer concurso literario

Recientemente he participado en mi primer certamen literario: un concurso de cuentos del que no voy a dar muchos datos, de momento. Fue una decisión tomada con cierta espontaneidad, impulsado principalmente por la curiosidad de aprender algo nuevo y comenzar a obtener visibilidad como escritor. Algo que es importantísimo en este mundo.

Encontré el certamen a través de redes sociales. Es sorprendente lo mucho que podemos descubrir sobre literatura y convocatorias en plataformas como Instagram, Threads o Twitter. Al ver la convocatoria, sentí una combinación de curiosidad y emoción; era la ocasión perfecta para probar algo diferente y crear un cuento especialmente diseñado para este concurso.

El naciemiento de una idea

Todo comenzó con una imagen. Estaba trabajando en otro manuscrito, totalmente diferente, cuando de repente apareció en mi mente una cara clara y definida, casi como si esa persona hubiera decidido presentarse ante mi en ese mismo momento. Era tan vívida y poderosa que me obligó a detenerme y prestar atención. No era solo una imagen cualquiera; Esa cara me mostró una situación. Un contexto. Supe inmediatamente que debía capturar ese momento y convertirlo en algo tangible, algo que pudiera compartir con otros. Era algo muy distinto a La abuelita MEMA, pero con una magia muy especial.

Cree un archivo nuevo, con la urgencia propia de quien teme perder un tesoro y las palabras comenzaron a fluir casi solas, transformando aquella imagen inicial en una narrativa coherente, llena de vida propia, perfecta para el concurso. Fue uno de esos momentos en los que la escritura deja de s er un esfuerzo y se convierte en algo natural, casi instintivo, como si la historia hubiese estado siempre esperando la oportunidad de ser contada. Ese día confirmé una vez más que, muchas veces, las mejores historias no se buscan, simplemente llegan cuando estás abierto a recibirlas.

Durante el proceso creativo experimenté algo muy parecido a la magia que solo quienes escriben pueden entender. La sensación de que la historia estaba ahí, lista para ser plasmada, fue emocionante. No hubo bloqueos esta vez; más bien, sentía que las palabras venían a mí con fluidez, aunque sí tuve que realizar algunas revisiones posteriores para pulir detalles. Era como transcribir una película que se estaba proyectando en mi cerebro, sin yo tener nada que ver.

Me animé a participar principalmente para aprender y empezar a tener visibilidad en el ámbito literario. No tenía grandes expectativas de ganar, aunque, claro está, siempre existe ese pequeño rincón en nuestra mente que sueña con lograrlo. Mientras esperaba los resultados, sentí una mezcla de nerviosismo e ilusión, la incertidumbre típica que acompaña a estos momentos.

Una de las experiencias más emotivas durante esta aventura fue compartir el cuento con una de mis hijas. Lo leyó con cierta inseguridad al principio, quizás dudando de lo que iba a encontrar, pero cuando terminó, me dijo con sinceridad que le había gustado bastante. Ese pequeño gesto significó mucho para mí, fue una validación emocional invaluable.

Aunque aún estoy esperando conocer los resultados, ya considero que esta experiencia ha sido un éxito. No creo haber aprendido algo específico sobre mí mismo, pero sí tengo la certeza de que he mejorado como escritor gracias a este desafío. Participar me ha ayudado a profesionalizar mi trabajo y a enfocar mejor mis futuros proyectos literarios.

Escritor creando su primer concurso

Profesionalizar la escritura

Además, conté con la ayuda de profesionales para la corrección estilística y ortotipográfica. Fue fascinante descubrir cómo pequeños detalles, desde una coma hasta la elección precisa de un verbo, podían transformar completamente la sensación y el impacto de un párrafo. Este nivel de atención al detalle, el compromiso de buscar siempre la mejor versión posible del texto, significó para mí un verdadero salto hacia delante. De repente, la escritura dejaba de ser solo un pasatiempo o una afición personal, y empezaba a tomar forma como una actividad profesional y seria, que merecía toda mi dedicación y respeto.

Una vez escrito el cuento, comprendí que para enviar un texto a un certamen literario no bastaba con la inspiración. Necesitaba asegurarme de que cada palabra estuviera en su lugar y que el resultado final tuviera la calidad suficiente para competir. Decidí entonces dar un paso más allá: buscar lectores beta que pudieran ofrecerme opiniones honestas sobre la narrativa, el ritmo y la coherencia del relato. Este proceso, aunque intimidante al principio, fue tremendamente enriquecedor. Escuchar cómo otros percibían mi historia me ayudó a entender qué funcionaba bien y qué aspectos necesitaban mejoras.

Aceptar el reto

Si tú también estás pensando en participar en tu primer certamen literario, quiero decirte que, aunque no es algo fundamental para ser un buen escritor, puede brindarte visibilidad y, quién sabe, quizá incluso algún reconocimiento. Mi consejo es simple: inténtalo. Cuéntale al mundo tus historias, porque el acto mismo de compartirlas ya es una victoria. Cuanto más escribas y participes, más crecerás.

Para mí, esta experiencia ha reforzado profundamente mi pasión por contar historias y ha encendido aún más mi deseo de seguir aprendiendo y creciendo como escritor. He comprobado que compartir lo que escribo, aunque inicialmente pueda dar un poco de vértigo, termina siendo algo muy gratificante. Ahora veo con mayor claridad la importancia de abrir mis textos a los demás, dejar que los lectores participen, reaccionen y sientan a través de mis palabras.

Sé que participar en concursos literarios no es la única forma de lograr reconocimiento, pero ahora estoy convencido de que es una excelente oportunidad para mejorar, profesionalizarse y, quizá, alcanzar a lectores que de otro modo no me conocerían. Por eso, aunque no sea mi única prioridad, seguiré presentándome a más concursos en el futuro, tomando cada certamen como una nueva aventura, llena de oportunidades para crecer y aprender algo nuevo.

Mientras tanto, seguiré escribiendo cada día con ilusión renovada, disfrutando del proceso creativo sin obsesionarme con el resultado final. Lo importante es avanzar, seguir construyendo historias y disfrutar plenamente del camino. Después de todo, nunca se sabe qué puertas podrían abrirse con el próximo cuento o novela que decida compartir con el mundo.

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